RUMI

Cada árbol y cada planta del prado
parece estar danzando;
aquéllos con ojos comunes
sólo los verán fijos e inmóviles.

30 ago 2011

Consejos para ser feliz- Tal Ben-Shahar

Entrevista con Tal Ben-Shahar, el profesor de Harvard que asegura que la felicidad es una ciencia.

Por Emilio Fernández Cicco, Buenos Aires (Argentina)

La inteligencia llegó a Harvard desde que se terminó de poner el último ladrillo. Pero hasta que, años atrás, desembarcó un profesor israelí de sicología llamado Tal Ben-Shahar, nunca había llegado a las aulas algo tan sutil, irresistible e inexplorado como la felicidad.

En la historia de la universidad, pocas veces hubo una cátedra más popular que la suya: más de 800 alumnos inscritos. Allí, Shahar, exestudiante de informática en Harvard, un atleta lleno de reconocimiento que descubrió que la felicidad nunca tiene forma de medalla, se dedicó a enseñar científicamente cómo ser dichoso en la vida, gracias a la sicología positiva. Como en toda disciplina, asegura, basta con leer algunos libros, ser disciplinado y cumplir con los ejercicios.

En la actualidad, la felicidad dejó de ser una elucubración filosófica o especulación de los gurús de la “nueva era”, y se transformó en índice para evaluar el progreso de cada país. Las naciones rinden cuenta de su dicha en el World Database of Happiness, una base de datos que, muchas veces, no se emparenta ni con la riqueza y ni con los buenos gobiernos. Es una fórmula más compleja que Shahar, considerado ya autoridad mundial en el rubro, con seis títulos publicados sobre cómo ser feliz –y con una cátedra de Harvard que está hoy disponible para cursarse por Internet–, se ocupa de revelar su esencia en cada sitio donde lo invitan a disertar.

Shahar visitó recientemente Argentina como expositor estrella del World Business Forum, donde reflexionó sobre cómo la felicidad afecta al mundo corporativo. Antes de hacer su ponencia, hizo una pausa para conversar con PODER.

Usted habla de una ciencia de la felicidad. ¿En qué se basa esa afirmación?
Hasta hace poco, el tema de la felicidad y de cómo abrazar esa cualidad en nuestras vidas era dominado por la psicología pop. En muchos seminarios “new age” y libros que se ofrecen hoy, hay mucho de entretenimiento y carisma, pero relativamente poca sustancia. Prometían cinco pasos rápidos hacia la felicidad, o tres secretos para el éxito o cuatro formas de encontrar al amor de tu vida. Normalmente, estas son promesas vacías, y a través de los años la gente se volvió cínica sobre la autoayuda.
Del otro lado, tenemos a los académicos, que escriben y estudian el tema con solidez y bagaje, pero cuyos resultados no llegan a la mayoría de la gente. Tal como lo veo yo, el rol de la psicología positiva –que es lo que hacemos en mi curso– es establecer un puente entre la torre y la calle principal, entre el rigor de la academia y el entretenimiento del movimiento de autoayuda. Todo aquello que sostiene la psicología positiva está basado en evidencia, es científico.

¿No cree que a veces, no es solo la democracia la que ayuda a la felicidad, mientras las dictaduras la oprimen, sino que existen factores como el clima que pueden favorecer o no la felicidad y hacer que los países tropicales sean más dichosos que los países fríos?
La democracia, está comprobado, es buena para el desarrollo del ser humano y su dicha, y la opresión es todo lo contrario. Aquí, las cuestiones climáticas influyen muy poco. Lo más importante, sin embargo, son las relaciones: pasar tiempo con gente que te importe y que a ellos les importes tú. Una de las razones de por qué los países de Sudamérica obtienen, en general, altos niveles de felicidad, es por su énfasis en la familia y en los amigos. Así que la fuente más importante de felicidad puede ser la persona que está sentada a tu lado.

Un estudio señala que el dinero no hace la felicidad, pero que la gente feliz atrae más dinero y más posibilidades de negocios. ¿Está de acuerdo con esto?
Así es. Una investigación encabezada por Ed Diener, Laura King y Sonja Lyubomirsky concluye que la felicidad conduce a un mayor éxito en el trabajo, en las relaciones y a una mejor salud. Es importante señalar, sin embargo, que una vida feliz no sobreviene tras superar emociones dolorosas y luchas. De todos modos, la gente que experimenta más emociones positivas a lo largo de su vida –aun en medio de un duro trabajo– en general le va mejor.
Por otra parte, un mayor ingreso, una vez que las necesidades básicas están satisfechas desde luego, no los vuelve más felices. La gente ha buscado la felicidad en los lugares equivocados. Piensa que se encuentra en un nuevo ascenso, en la próxima compra, en la próxima victoria; de hecho, descubre que se halla en ellos mismos. Es decir, la dicha está determinada en mayor parte por un estado de la mente, que por una cuestión de estatus o por el monto que hay en nuestra cuenta bancaria. Si nuestras necesidades básicas –comida y hogar– no están aún satisfechas, lógicamente, todo ingreso extra nos va a traer más felicidad, pero una vez que estas demandas se llenan, esta dependerá de otros factores.

¿Por qué algunas de las personalidades más inteligentes de la historia, como Nietzsche, Sartre, Kierkegaard, Schopenhauer, fueron tan depresivas? ¿Ser demasiado inteligente atenta contra la felicidad?
¡Oh, no! No existe una correlación entre inteligencia y felicidad. Sabemos de los depresivos porque suelen quejarse de sus padecimientos. Pero, no le quepan dudas: hay millones de depresivos que no escribieron obras maestras de la filosofía ni fueron compositores de grandes sinfonías. La balanza es la misma.

Alguna gente sostiene que, gracias a la tecnología, el confort, somos más felices que en la antigüedad. Sin embargo, según parece, están equivocados.
Los niveles de felicidad comenzaron a medirse hace medio siglo aproximadamente. Y aun, cuando las sociedades se volvieron más prósperas en la mayoría de los países, los estudios demuestran que la felicidad no se ha elevado.
Ciertos maestros de la espiritualidad advierten que la sicología jamás proveerá de felicidad porque se limita a la mente. Y la mente es la que genera todas las insatisfacciones y pesadumbres de la humanidad. ¿Qué opina de eso?
Si la sicología se limita solo a la mente, estoy de acuerdo. Jamás podrá traerte más felicidad. De cualquier manera, en la actualidad los psicólogos exploran, usando métodos científicos, el rol del cuerpo, al igual que técnicas espirituales. Cuando, por ejemplo, combinamos técnicas de la psicología cognitiva –es decir, de la mente–, con meditación –espíritu– y ejercicio físico, aumentamos los niveles de felicidad y satisfacción de aquel que los practica.

Se cuenta que Buda renunció a un imperio cuando era príncipe para encontrar la felicidad y liberarse del sufrimiento. ¿Debemos seguir su ejemplo y darles menos valor a las cosas mundanas para ser felices?
No creo que sea necesario, o deseable, renunciar al mundo, a nuestra realidad, para encontrar la felicidad. Si aceptamos que la vida es dura a veces, que tiene sus subidas y bajadas, entonces estaremos abiertos a los regalos que nos rodean. Las cosas mundanas le dan a tu vida un sentido. Aunque no lo crea, es lo ordinario lo que hace la vida extraordinaria.

Pasos para alcanzar la felicidad

1.- Permitirse actuar como ser humano. Cuando aceptamos las emociones –miedo, tristeza, ansiedad– como naturales, tendremos una mayor tendencia a superarlas. Rechazar nuestras emociones, positivas o negativas, lleva a la frustración y a la infelicidad. Estamos obsesionados culturalmente con el placer y creemos que un rasgo de la buena vida es la ausencia de disconfort, y cuando experimentamos algo doloroso, creemos que esto indica que hay algo mal en nosotros. De hecho, hay algo malo en nosotros si no experimentamos tristeza y ansiedad a veces, es humano. La gran paradoja es que cuando aceptamos nuestros sentimientos, nos permitimos ser humanos y experimentar también nuestras emociones dolorosas, nos abrimos a experimentar también las emociones positivas.

2.- La felicidad se ubica en la intersección entre el placer y el significado. Ya sea que uno se encuentre en casa o en el trabajo, la meta es combinar actividades que son, a la vez, disfrutables y con significado para nosotros. Cuando esto no es posible, hay que asegurarse de tener recreos de felicidad, momentos en la semana que nos provean de placer y significado. Los estudios indican que una hora o dos de una experiencia placentera y significativa pueden afectar la cualidad entera de tu día, e incluso de toda tu semana.

3.- Recordar que la felicidad depende, al margen de circunstancias extremas, de aquello donde ponemos la atención por nuestra interpretación de episodios externos. Por ejemplo, ¿eres de los que piensan en el lado vacío o en el lado lleno del vaso? ¿Vemos los fracasos como catastróficos o como oportunidades de aprendizaje?

4.- Simplificar las cosas. En general, estamos muy ocupados tratando de involucrarnos en más actividades que nos dejan menos y menos tiempo. La cantidad influye en la calidad. Y comprometemos nuestra felicidad tratando de hacer demasiadas cosas. Aprender a decir “no” a los demás, a veces es una forma de decirnos “sí” a nosotros mismos.

5.- Recordar la conexión cuerpo y mente. Lo que hacemos o no hacemos con nuestros cuerpos influye en nuestra mente. El ejercicio regular, el descanso adecuado y hábitos de comida saludables ayudan a la salud física y psíquica.

6.- Expresar gratitud cada vez que sea posible. Muchas veces, damos nuestras vidas por hechas. Aprender a apreciar y saborear las cosas bellas de la vida, desde la comida a la gente, desde la naturaleza hasta una sonrisa.

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